Resulta bastante curioso que seamos capaces de comprender que si dejamos de comer, el cuerpo enfermará. Que si dejamos de alimentar a la mente, cuando pasen algunos años degenerará. Y que si dejamos de alimentar los sentimientos, el corazón se hará tan duro como una piedra y tan pequeño que solo cogeremos en él nosotros mismos y nuestros demonios. Sin embargo, algunos piensan que, aunque dejen en ayunas al alma, eso no les afectará… ¡Qué gran error!

Cuando el espíritu se siente solo y triste, revolotea entre nuestras costillas dando vueltas alrededor del corazón, y eso se traduce en ansiedad, falta de aliento, ira, frustración y un “no sé qué me pasa, pero no estoy bien…” Lo que degenerará en lo que venimos llamando las Enfermedades del Alma. Cuyo único remedio es éste, darle a nuestro espíritu el sustento que necesita...

lunes, 30 de noviembre de 2015

La Vida es Sueño



Hace algunos días presentaba mi último libro, 50 Cuentos Universales para Sanar tu Vida, en una librería de Jaén cuando comencé a explicar que los cuentos que conocemos, los que solían contarnos nuestros mayores, eran cuentos para dormir, en cambio, los que yo escribo, son cuentos para despertar. Sin embargo, una niña que estaba entre el público levantó la mano y me preguntó: - ¿Qué diferencia hay entre el sueño y la vigila? – Muy admirado por su pregunta, le pregunté también: - ¿Has tenido alguna vez un sueño que parecía ser muy real? - ¡Sí! – Exclamó ella – Pues este mundo es como ese sueño y mis cuentos pueden despertarte para que vivas la realidad – Seguí con mi argumento. Sin embargo, la pequeña me volvió a preguntar: - Entonces, ¿cómo sabemos si ahora estamos dormidos o despiertos? – Porque cuando estás despierto eres capaz de amar a todas las criaturas y también eres capaz de sentir por ellas tanta compasión que el corazón se expande y te dan ganas de gritar de felicidad – dije. En ese momento la pequeña me guiñó un ojo y… me desperté. Totalmente admirado, toqué el cuerpo de mi mujer, que dormía a mi lado, después abrí bien los ojos y miré la lámpara de noche que tengo sobre la mesilla. ¡Todo había sido un sueño! Sin poder dar crédito, me quedé reflexionando sobre la increíble lección que aquella pequeña mensajera del Destino me había dado y tuve que levantarme para apuntar rápidamente todo lo que había sucedido. Luego regresé a la cama y ahora no sé si vivo o sueño, si lo que escribo es real o si aún estoy durmiendo…

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