Resulta bastante curioso que seamos capaces de comprender que si dejamos de comer, el cuerpo enfermará. Que si dejamos de alimentar a la mente, cuando pasen algunos años degenerará. Y que si dejamos de alimentar los sentimientos, el corazón se hará tan duro como una piedra y tan pequeño que solo cogeremos en él nosotros mismos y nuestros demonios. Sin embargo, algunos piensan que, aunque dejen en ayunas al alma, eso no les afectará… ¡Qué gran error!

Cuando el espíritu se siente solo y triste, revolotea entre nuestras costillas dando vueltas alrededor del corazón, y eso se traduce en ansiedad, falta de aliento, ira, frustración y un “no sé qué me pasa, pero no estoy bien…” Lo que degenerará en lo que venimos llamando las Enfermedades del Alma. Cuyo único remedio es éste, darle a nuestro espíritu el sustento que necesita...

domingo, 22 de noviembre de 2015

El Maestro de Verdad




En cierta ocasión, mientras caminábamos de regreso a nuestro ashram en la montaña, un hombre occidental se acercó a mi maestro y le preguntó qué diferencia había entre un maestro real y uno falso. Entonces mi maestro se detuvo y se quedó esperando en el camino como si supiese que alguien iba a pasar. Así, cuando reconoció a un famoso erudito de la región, se acercó a él y le preguntó: - Maestro, ¿hacia dónde se dirige?Voy a tal ciudad – contestó el hombre – Y, ¿puedo preguntarle por qué se dirige a ese lugar? – Insistió mi maestro – Bueno, porque necesito ver a alguien que está allí – respondió finalmente el erudito mientras se despedía de nosotros a toda prisa. - ¡Ya ves la diferencia! - dijo mi maestro mirando al hombre que le había formulado aquella pregunta. Pero el occidental, encogiendo los hombros, replicó: - No lo entiendo, ¿acaso no ha ido usted también a la ciudad esta mañana como ese otro hombre? - Pero mi maestro, sonriendo, finalmente le dijo: - La diferencia es que yo fui a la ciudad porque alguien me necesitaba allí, en cambio él va porque necesita a alguien de allí - 

No hay comentarios:

Publicar un comentario