Resulta bastante curioso que seamos capaces de comprender que si dejamos de comer, el cuerpo enfermará. Que si dejamos de alimentar a la mente, cuando pasen algunos años degenerará. Y que si dejamos de alimentar los sentimientos, el corazón se hará tan duro como una piedra y tan pequeño que solo cogeremos en él nosotros mismos y nuestros demonios. Sin embargo, algunos piensan que, aunque dejen en ayunas al alma, eso no les afectará… ¡Qué gran error!

Cuando el espíritu se siente solo y triste, revolotea entre nuestras costillas dando vueltas alrededor del corazón, y eso se traduce en ansiedad, falta de aliento, ira, frustración y un “no sé qué me pasa, pero no estoy bien…” Lo que degenerará en lo que venimos llamando las Enfermedades del Alma. Cuyo único remedio es éste, darle a nuestro espíritu el sustento que necesita...

lunes, 14 de diciembre de 2015

Mi Maestro



Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando junto a Jesús y, a medida que avanzábamos, pasaban escenas de mi vida. Por cada escena noté que quedaban dos pares de huellas en la arena. Unas eran las mías y las otras de él. Cuando la última escena pasó, miré hacia atrás y descubrí que muchas veces solo estaban las pisadas de un par de pies. Entonces noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida y aquella visión me perturbó, entonces pregunté: - Maestro, tú me dijiste que andarías conmigo siempre, pero durante los peores momentos de mi camino había en la arena solo un par de huellas. No comprendo por qué me dejaste solo cuando más te necesitaba - Jesús, mirándome con amor, me contestó: - Querido niño, te he amado, te amo y te amaré. Jamás te abandonaría en los momentos difíciles. Cuando viste en la arena solo un par de pisadas, era porque en esos momentos yo te llevaba en mis brazos -


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