Resulta bastante curioso que seamos capaces de comprender que si dejamos de comer, el cuerpo enfermará. Que si dejamos de alimentar a la mente, cuando pasen algunos años degenerará. Y que si dejamos de alimentar los sentimientos, el corazón se hará tan duro como una piedra y tan pequeño que solo cogeremos en él nosotros mismos y nuestros demonios. Sin embargo, algunos piensan que, aunque dejen en ayunas al alma, eso no les afectará… ¡Qué gran error!

Cuando el espíritu se siente solo y triste, revolotea entre nuestras costillas dando vueltas alrededor del corazón, y eso se traduce en ansiedad, falta de aliento, ira, frustración y un “no sé qué me pasa, pero no estoy bien…” Lo que degenerará en lo que venimos llamando las Enfermedades del Alma. Cuyo único remedio es éste, darle a nuestro espíritu el sustento que necesita...

lunes, 21 de diciembre de 2015

El Príncipe



Contaba Facundo Cabral que, cuando era joven, antes de ser cantautor, cierto día, paseando por las calles de su pueblo mientras se dirigía hacia su trabajo, de repente, alguien se cruzó en su camino y le dijo: - Eh amigo, ¿dónde vas con esa cara de amargado? - Facundo, visiblemente molesto, le contestó: - ¿Qué te importa a ti mi cara? ¡No veo la tuya! ¿Acaso eres tú un príncipe? - A lo que el extraño contestó: - ¡Sí! Lo soy. – Y mientras decía esto, se quitó la capucha que llevaba y dejó ver su rostro, de ojos grandes y bondadosos, con barba y pelo largo - ¿Cómo si no llamarías al Hijo del Rey Celestial? – Facundo, muy impresionado, bajó la cabeza y comenzó a llorar. En tanto, el hombre, poniendo una mano en su hombro, le dijo antes de desaparecer: - Y tú también eres un príncipe. Todos los hijos e hijas de Dios son príncipes y princesas, aunque lo hayan olvidado… -


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