Resulta bastante curioso que seamos capaces de comprender que si dejamos de comer, el cuerpo enfermará. Que si dejamos de alimentar a la mente, cuando pasen algunos años degenerará. Y que si dejamos de alimentar los sentimientos, el corazón se hará tan duro como una piedra y tan pequeño que solo cogeremos en él nosotros mismos y nuestros demonios. Sin embargo, algunos piensan que, aunque dejen en ayunas al alma, eso no les afectará… ¡Qué gran error!

Cuando el espíritu se siente solo y triste, revolotea entre nuestras costillas dando vueltas alrededor del corazón, y eso se traduce en ansiedad, falta de aliento, ira, frustración y un “no sé qué me pasa, pero no estoy bien…” Lo que degenerará en lo que venimos llamando las Enfermedades del Alma. Cuyo único remedio es éste, darle a nuestro espíritu el sustento que necesita...

domingo, 17 de julio de 2016

33 Secretos Infalibles Para Atraer la Felicidad y la Paz




La primera vez que viajé a la India descubrí que este país no es solo la cuna de algunos de los místicos más grandes de todos los tiempos, sino también un campo de prácticas donde podemos esforzarnos para tratar de ser mejores personas, ayudando a los seres que malviven en las calles de cualquier ciudad. En los Slum – vertederos – cientos de familias conviven con las ratas y otras alimañas guardando, sin embargo, la esperanza de un mañana mejor que, desafortunadamente, nunca llega.
Conociendo la precariedad de estos lugares, cada vez que regreso a la India suelo buscarlos porque, aunque rodeados de muerte, encuentro en ellos, o más bien en las personas que los habitan, la verdadera vida y el rostro de mi buen Dios, el cual ha salido de los templos para caminar por aquí, a la vista de todos, donde paradójicamente nadie puede ni quiere verlo…
Aunque el hecho de que un extranjero deambule por estos lugares ya es motivo de interés, en esta ocasión había comprado una pequeña pelota de goma que, ante la mirada de los niños que se repartían por el Slum, me puse a votar y a sostener con los pies. Así, poco a poco, vi que sus rostros iban cambiando y que se acercaban sonrientes y expectantes para ver a qué estaba jugando aquel forastero. Entonces, sonriendo yo también, comencé a pasarles la pelota, a dársela y a tratar de quitársela, lo que derivó en una pequeña pachanga en la que todos reíamos, nos empujábamos y corríamos detrás del balón.
Durante algunos minutos, aquellos niños olvidaron todos sus problemas, incluso el lugar donde estaban, o que ni siquiera tenían zapatos, y disfrutaron de la felicidad que llevaban dentro y que una pelota hizo salir.
Aunque, debo reconocer, creo que fui yo quien más disfrutó porque por unos instantes me sentí enormemente feliz. Yo también me había olvidado de todos mis problemas y me había dejado contagiar por sus risas y por sus juegos. ¡Curioso milagro es el de sentir felicidad haciendo felices a los demás! Aquello me enseñó una de las lecciones más importantes de mi vida, que la felicidad está en nosotros mismos y que, a pesar de todos los problemas que creamos tener, siempre podemos dejarlos un lado para disfrutar unos instantes jugando a cualquier cosa...

Presentación de mi último libro, 33 SECRETOS INFALIBLES PARA ATRAER LA FELICIDAD Y LA PAZ, ediciones Cydonia, en el programa de Radio "Espacio en Blanco" día 17/07/2016, segunda hora a partir del minuto 37;30. Que lo disfruten



martes, 24 de mayo de 2016

Mi Tesoro



"El ayer es una advertencia, el hoy es una oportunidad y el mañana es una ilusión" Dicho Sufí

Hace mucho tiempo un rey tuvo un hijo y, como herencia, le regaló un gran cofre lleno de monedas de oro que sin embargo también contenía una advertencia: - ¡No malgastes este tesoro porque no podré darte ni una sola moneda más! - Así, el muchacho fue creciendo y gastando sus monedas, al principio con mesura, pero después sin precaución. Poco a poco fue desperdiciando todas sus riquezas acumulando cosas banales, comprando palacios cada vez más grandes, carruajes cada vez más lujosos, ropa cada vez más cara y creándose una imagen social acorde a las modas de la sociedad, hasta que, al cabo de un tiempo, miró dentro del cofre y se dio cuenta de que apenas le quedaban ya algunas pocas monedas. Entonces, muy preocupado, fue a ver a su padre, pero éste le recordó su advertencia. - ¡No podía darle más! - Llorando, el joven se dio cuenta de que había malgastado todo su tesoro en sí mismo, pero en cambio no había invertido nada en ayudar a los demás, en aliviar el dolor de los necesitados ni en remediar el sufrimiento de sus semejantes. Pronto las monedas se acabaron y el joven murió, porque el tesoro que se le había concedido realmente no eran monedas de oro, sino algo más valioso... el tiempo. Un tiempo que, como él, nosotros tampoco valoramos y por tanto malgastamos en toda clase de distracciones hasta que nos damos cuenta de que cada vez nos quedan menos monedas dentro del cofre de nuestros días y, de la misma manera que le sucedió al joven, quizás entonces ya sea demasiado tarde.


"Paseando por Konya, por el Jardín de los Espíritus, entre las tumbas de los antiguos derviches que están enterrados junto a su maestro, escuché el ulular del viento trayéndome un mensaje, me dijo: - ¡No pierdas el tiempo!" 99 Cuentos y Enseñanzas Sufíes

http://www.casadellibro.com/libro-50-cuentos-universales-para-sanar-tu-vida-ensenanzas-tradicionales-para-alcanzar-el-bienestar-y-la-felicidad/9788494381058/2614218

sábado, 30 de abril de 2016

99 CUENTOS Y ENSEÑANZAS SUFÍES




"Cuentan que, en cierta ocasión, mientras mi maestro, Djalal al Din Rumi, sumergido en un éxtasis de Amor Divino, recitaba poemas cargados de pasión, un extranjero que se sentaba entre nosotros no pudo contenerse y empezó a llorar y a gemir, arrobado por la belleza de lo que estaba escuchando. De esa manera, cuando mi maestro terminó y abrió los ojos, el extranjero le preguntó: "Oh señor, ¿dónde ha encontrado la inspiración para escribir esos versos". A lo que mi maestro contestó: "Del mismo lugar donde tú has encontrado tus lágrimas". 99 Cuentos y Enseñanzas Sufíes

sábado, 26 de marzo de 2016

El Collar de Perlas


Hace algún tiempo vivió en las afueras de Madrid una familia muy pobre. El hombre, honrado y trabajador, salía todos los días a buscar leña al bosque que después vendía en el mercado de la ciudad, ganando algunas monedas para su familia. Como cada domingo, su hija, de pocos años, le acompañaba al mercado para ayudarle, por lo que, en cierta ocasión, pasando por delante de una juguetería, la pequeña se quedó prendada de un collar de perlas de plástico que había en el escaparate. Imaginando que aquel collar podría convertirla en una princesa, la pequeña tiró de la mano de su padre y le preguntó si tenían dinero para comprar el collar. Pero el hombre, con lágrimas en los ojos, le confesó que apenas si tenían dinero para comer. No obstante, la pequeña no se dio por vencida y decidió juntar dinero necesario para comprarlo. Así, comenzó a ayudar a sus vecinos en sus labores, haciendo pequeñas tareas en sus casas o cuidando de otros niños. De esa manera, después de algunos meses, consiguió las monedas que costaba el collar y pudo comprárselo. Aquel collar la hacía soñar con otros mundos llenos de príncipes y de princesas. Sin embargo, cuando cayó la noche, su padre entró en el dormitorio y le preguntó: - María, ¿me amas? – Desconcertada, la niña contestó. – Por supuesto que te quiero, papá. Eres la persona más buena del mundo. Veo cómo trabajas todos los días para que podamos salir adelante. Te quiero muchísimo – María, si me amas, regálame tu collar de perlas - Dijo el hombre. Pero María, agarrando el collar con ambas manos, contestó: - Papá, por favor, no me pidas mi collar de perlas. He trabajado mucho para conseguirlo y lo quiero tanto. Si quieres puedo darte cualquier otro juguete, pero, por favor, no me pidas mi collar de perlas – El padre, quitándole importancia al asunto, le dio un beso en la frente y salió de la habitación. No obstante, a la noche siguiente volvió a la habitación de su hija y le preguntó: - María, ¿me amas? - Tapándose el collar, la pequeña afirmó -¡Por encima de cualquier cosa! - Si me amas – siguió el padre - Regálame tu collar de perlas - Por favor, por favor – suplicó la niña - No me pidas mi collar de perlas. Me ha costado mucho trabajo ganarlo y deseaba tanto tenerlo... Si quieres te doy cualquier otra cosa. Todo menos mi collar de perlas - El padre, como la vez anterior, le dio un beso en la frente y salió de la habitación. Sin embargo, a la noche siguiente volvió al dormitorio de la pequeña, pero esta vez ella lo estaba esperando con lágrimas en los ojos - María, ¿qué te sucede?, ¿por qué lloras? - Toma papá, mi collar de perlas. ¡Te lo regalo! - ¿Ya no lo quieres? – Preguntó el hombre - ¡Oh, sí que lo quiero! – Respondió ella, pero te lo doy porque te quiero más a ti – Entonces el padre se sentó junto a ella, guardó el collar de juguete en su bolsillo y sacó un precioso collar de perlas auténticas: - Éste es el collar de la familia, el cual pasa de generación en generación solamente cuando los hijos aprenden a valorar más el corazón de sus semejantes que los objetos materiales. El egoísmo es la enfermedad que está arruinando a la humanidad, por tanto, recuerda siempre esta lección: Nunca valores a las cosas más que a las personas, sobre todo si es alguien que cada día te demuestra su amor. 

domingo, 6 de marzo de 2016

Amor Verdadero



“Hace tiempo, en una pequeña aldea, vivió un matrimonio muy pobre. Ella hilaba en la puerta de su casa pensando en su marido. Todos los que pasaban, se quedaban prendados de la belleza de su pelo largo y negro, parecido a finas hebras salidas de su rueca. Él, sin embargo, iba cada día al mercado a vender las frutas silvestres que había podido recolectar. Después, a la sombra de un árbol, se sentaba sujetando entre los dientes una pipa siempre vacía porque no tenía dinero siquiera para comprar un pellizco de tabaco. Pronto se acercaría el día de su aniversario de bodas y la mujer no cesaba de preguntarse qué le podía regalar a su marido, y además ¿con qué dinero? Entonces una idea se cruzó por su mente. Sintió un escalofrío al pensarlo, pero cuando se decidió, todo su cuerpo se estremeció de gozo. ¡Vendería su pelo para comprar tabaco! Aunque sólo obtuvo unas pocas monedas, eligió con cuidado el tabaco de mejor calidad. La sonrisa que pondría su marido compensaría largamente el sacrificio de su pelo. Así, al llegar la tarde, regresó el marido trayendo en su mano un pequeño envoltorio: Era un hermoso peine para su mujer que acababa de comprar vendiendo su pipa.” R. Tagore

sábado, 20 de febrero de 2016

El Amor Ciego



"Érase una vez una chica que se odiaba mucho a sí misma por ser ciega. Igualmente, odiaba a todo el mundo, excepto a su novio, porque siempre que lo necesitaba, él acudía al instante. Así, un día, en un arrebato de amor, le dijo: - Si alguna vez pudiera ver el mundo, aunque sólo fuera por un instante, ese día me casaría contigo. – Y, como un cuento es un cuento, al día siguiente la llamaron del hospital diciéndole que alguien había donado unos ojos para ella. Cuando terminaron de operarla y, pasado el tiempo, por fin le retiraron el vendaje, lo primero que vio fue a su novio, en pie frente a ella. Entonces él le preguntó: - Ahora que ya puedes ver ¿quieres casarte conmigo? – Pero en ese momento la chica se dio cuenta de que él era ciego y la apariencia de sus párpados cerrados la impresionó tanto que hizo que se negara. Comprendiendo la situación, el chico se marchó sin decir nada, pero días más tarde dejó una nota en su buzón y que decía así: - Cuida bien de tus ojos, mi amor, porque antes de ser tuyos, fueron míos"

Escucha este cuento y otros más en nuestra sección de canal del misterio "el Templo". A partir del minuto 29. ¡Espero que os guste"

domingo, 7 de febrero de 2016

Sundarar


"Hace mucho tiempo, el rey de cierta región, mientras paseaba con su carroza, se cruzó con un niño llamado Sundarar. Reconociendo en el pequeño las marcas de la iluminación, quiso adoptarlo. Así, el tiempo pasó y, cuando llegó a la mayoría de edad, el rey le buscó una buena esposa, pero antes de contraer nupcias, un viejo mendigo se presentó en la corte reclamando al pequeño como su esclavo. Mientras Sundarar le miraba pensando que estaba loco, el rey le pidió sus pruebas. Entonces el hombre le enseñó una hoja firmada por el abuelo de Sundarar donde éste le cedía a toda su descendencia. Contrariado por aquella extraña situación, el rey llamó a los jueces para que dilucidaran si esa petición era legítima. Cuando los jueces llegaron y examinaron el documento, efectivamente tuvieron que dar la razón al mendigo, sin embargo, queriendo saber las circunstancias que le habían llevado a realizar un pacto tan singular, le animaron a que narrara toda la historia, por lo que el hombre dijo que un día, el abuelo del muchacho entró en su casa y le pidió que salvara a toda su familia de la esclavitud de la vida mundana. Totalmente desconcertados, los jueces no entendieron cómo alguien podía salvar a alguien de la esclavitud haciéndolo su esclavo, sin embargo, un erudito de la corte, mirando fijamente al mendigo, se postró ante él y, con la voz entrecortada, le suplicó que les dijera dónde tenía su morada. Sonriendo, el anciano les condujo hasta una pequeña montaña cerca de la aldea, donde se levantaba un antiguo templo, pero cuando entró en él, desapareció. Sundarar, comprendiendo que Dios mismo, cumpliendo la promesa que le había hecho a su abuelo, había venido a buscarle para evitar que se encadenara a los trajines de este mundo, se echó a llorar y se quedó para siempre sirviéndolo allí, componiéndole canciones que todavía hoy se recuerdan. Pero como la primera vez que le vio, pensó que era un loco, algunos de sus poemas de amor comienzan llamándole ¡Oh, mi loco!" Antiguo relato hindú