Resulta bastante curioso que seamos capaces de comprender que si dejamos de comer, el cuerpo enfermará. Que si dejamos de alimentar a la mente, cuando pasen algunos años degenerará. Y que si dejamos de alimentar los sentimientos, el corazón se hará tan duro como una piedra y tan pequeño que solo cogeremos en él nosotros mismos y nuestros demonios. Sin embargo, algunos piensan que, aunque dejen en ayunas al alma, eso no les afectará… ¡Qué gran error!

Cuando el espíritu se siente solo y triste, revolotea entre nuestras costillas dando vueltas alrededor del corazón, y eso se traduce en ansiedad, falta de aliento, ira, frustración y un “no sé qué me pasa, pero no estoy bien…” Lo que degenerará en lo que venimos llamando las Enfermedades del Alma. Cuyo único remedio es éste, darle a nuestro espíritu el sustento que necesita...

domingo, 25 de octubre de 2015

En Busca del mi Alma Olvidada


“Hace mucho tiempo un hombre fue a ver a mi maestro y, llorando, le dijo: - Señor, he notado que, desde hace algunos años, he perdido la ilusión de vivir. Ya nada me apasiona, nada me inspira, no tengo nada que me haga levantar cada mañana, la angustia me invade y ya no puedo más. Por eso he venido a preguntarle qué puedo hacer. Ayúdeme, Guru-ji ¡Usted es mi última esperanza! - A lo que mi maestro contestó: - ¡Te equivocas de persona! Realmente a quien debes buscar es al niño que fuiste para preguntarle a él qué es lo que le hacía feliz. Desafortunadamente, con los años nos vamos olvidando de los sueños que teníamos cuando éramos pequeños, y junto con ellos, dejamos además abandonada nuestra inocencia en el camino, la cual sigue esperando pacientemente que volvamos a buscarla. Intentando tapar ese hueco vacío que hemos dejado en el alma, tratamos de llenarlo con las cosas de este mundo, pero la felicidad real no pertenece a este mundo, por eso sufrimos, porque lo que nos metemos no es capaz de calmar nuestra sed, sino más bien todo lo contrario, siempre nos deja más sedientos. Hijo mío, la felicidad no entiende más lenguaje que el de la inocencia. Por tanto, ¿cómo podrías ser feliz habiendo olvidado el lenguaje de la felicidad? Entiende de una vez que solo el niño que fuiste tiene las respuestas que buscas. Solo el niño que eras podrá ayudarte a encontrar el País de Nunca Jamás”